martes, 11 de noviembre de 2014

En un starbuck



En un Starbuck






- ¿Qué es este sitio? – preguntó la inspectora.
La muy pesada no se despegaba ni con agua caliente. Me había seguido hasta mi loft y me fastidió mi plan de huida. Tenía pensado dejar todo lo sucedido con ese ladrón, el medallón y los planes de mi padre a un lado.  Ella dijo que podía recompensarme si le ayudaba, limpiaría mi expediente y nadie sabría de mi existencia. Si eso sucediera, yo podía hacer de nuevo lo que me apetecería, un nuevo orden mundial o algo parecido. Todas las almas que quisiera y cuando quisiera. No podía rechazar esa oferta.
- Este es uno de los mejores locales de España. Lo lleva un viejo druida.
- ¿Los druidas no se extinguieron?
- todos menos éste. Me vendió su alma a cambio de la inmortalidad. Se la concedí por que hace los mejores cocteles.
Abrí la puerta del local y mi cara de ilusión por probar esos cócteles se desvaneció. El pub clandestino que antes fue, se había convertido en una cadena de cafeterías. Un maldito Starbucks. Parecía una broma, ya no quedaba de esas diablesas salidas que bailaban en la barra, los hombres capaces de hacer cualquier cosa por un trago, vampiros, brujas ni cazadores de sombras. No podía describir todo mi cabreo por ver aquello. Para mi sorpresa el maldito druida estaba tras la barra con ese gorrito verde tan ridículo.  Fui directo hacia él.
- Un suspiro de agonía. – dije pidiendo mi coctel favorito. La cara del viejo empalizó.
- ¡Ba…Balam! Creía que estabas….
-¿Muerto? Me cago en tus mil madres. ¿Qué es lo que has hecho con este sitio? – comenté enfurecido.
- La gente le gusta los Starbucks. Los tiempos cambian y necesito dinero para vivir. – se explicó el druida.
- Balam, está claro que aquí no encontraremos nada. Vayámonos.- dijo la detective Laura cogiéndome del brazo e intentando que dejara en paz al viejo.
- ¡Esperad! Buscáis información, ¿no?- habló el druida antes de que saliéramos de allí. – Venid por aquí. – nos indicó una puerta que daba al interior de la barra.
Lo seguimos entre sus estanterías con cajas de café y vasos de cartón verdes. Llegamos a una cámara frigorífica y la abrió. Sorprendentemente no encontramos más cajas de café o helados, sino un bar más oscuro y abarrotado de criaturas de la noche. Ese era el local que recordaba. El anciano era un tipo listo y había ocultado a la vista de todo el mundo un pub donde casi todas las consumiciones serían ilegales a las leyes de los humanos. Se podía beber desde sangre de una virgen a saborear la sube textura del cerebro de un hombre. Hasta el hedor a sudor y a opio, en el ambiente era el mismo que recordaba.
- Has tenido suerte. Ya iba a acabar con nuestro contrato. – asusté al druida.
- Venga, tómense algo, invita la casa. – sonrió para hacerme la pelota.
Al cabo de unas cuantas copas la valkiria comenzaba a tambalearse a causa del alcohol. No veíamos nada que nos llamara la atención y así averiguar algo del ladrón. A decir verdad, casi todos lo que estaban allí podría ser sospechoso. Sólo me quedaba hacer una cosa. Tenía que usar un regreso para averiguar la esencia del ladrón del medallón y así saber si estaba allí.
Cerré los ojos e intenté recordar todo detalle de la noche del museo. Su silueta atravesó de los oscuros cristales. La mínima fragancia de su sudor en los pasillos mientras corría tras él. La forma que rompió los cristales de la ventana. Tenía algo y sólo podía ser unas pocas personas de este lugar.
De un trago terminé mi copa y pedí otra. Conforme me la rellenó el camarero me la bebí. Ahora estaba entonado, nada como un poco de alcohol para alimentar mi valentía.  Me fui directo a una de las mesas en la que había sentados dos hombres y una mujer. Cuatro sillas y tres ocupadas. 
- ¿Quieres algo amigo? – dijo el tipo que abrazaba a la mujer. –ella era una humana que seguro buscaba la forma de ganarse unos cuantos euros para un pico. Ellos dos lobos.
- De vosotros nada. Lo que necesito se lo diré a él. – me refería a la persona que se ocultaba en las sombras. La silla, que aparentemente estaba vacía, la ocupaba el ladrón. En ese momento se dejó ver. Un chico aparentemente veinteañero, delgado y con un flequillo que retaba a la gravedad.
- Eres bueno. No esperaba menos de un príncipe.
- Corta el royo. ¿Dónde está el medallón? Y que no se te ocurra mentirme o te saco las tripas y se las doy a tus perros para comer. – le dije yendo al grano.
Él no contestó sólo hizo un gesto a sus lobos y ellos se levantaron tirando la mesa al suelo. Sus ojos demostraban lo que eran y el que abrazaba a la drogadicta se lanzó hacia mí. Me cogió del pecho y me lanzó por los aires. Me agarré a la lámpara de araña y me balanceé hasta volver con ellos. Le di un puñetazo a uno de ellos y al otro una patada en la pierna. Éste cayó al suelo y le agarré de la cabeza e intenté arrancársela de cuajo. No pude, pues el otro lobo me agarró por atrás y me mordió en el hombro. Ya no recordaba el dolor que puede hacer sus colmillos. Metí mi mano en mi cinturón y disparé mi arma. Acerté en su estómago y su gruñido era más ruidoso que mí revolver. Desenfundé y disparé a su compañero, al que tenía retenido de rodillas. Una bala como las que tengo, en su cabeza, no lo podría contar por muy fuerte que sea. Me di la vuelta y volví a disparar pero esta vez no ocurrió nada. No tenía más balas, no recordé en cargarla antes de salir de casa. El lobo se transformó pero no le dio tiempo a hacer nada. La valkiria vació su cargador en el pecho de éste.
Miré al ladrón de sombras y este seguía asustado en su silla. Seguro que se había cagado encima y no se podía levantar.
- El medallón. – le exigí.
- No lo tengo. Se lo di al tío que me contrató.
- ¿Quién es?
- Erick. El rey Erick. – Contestó aterrorizado. Me puse los guantes y me di la vuelta. Ya teníamos el dueño del medallón. Ese tal rey Erick. Ahora sólo quedaba ir a por él, matarlo y coger el medallón de sus frías manos. Pero antes de irme me giré soltando mis hilos y descuarticé a ese asqueroso. Así no podría avisar de nuestras intenciones.


2 comentarios:

  1. Describes a la perfección la escena, hay intriga y además, ese bar... donde las reglas no existen... Y me quedo pensando que trama Erick ahora que lo conozco....��

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  2. ¡Erick! ¡Es el rey Erick! ¿Es quien yo creo? ¡Uuuuuh! Ahora saltará Jaguar a la palestra y se unirá al descuatizamiento generalizado jajaja

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