sábado, 26 de julio de 2014

           Está pasando...




             Me puse en pie y me dirigí dónde todos me esperaban. Estaban en el patio. Tina tenía una espada de madera en las manos y mi corazón dio un salto. No podía permitir que ella tenga que luchar y mucho menos mancharse de sangre sus pequeñas manos. La chica con cara de enfadada le enseñaba unos movimientos de esgrima. Me acerqué a Tina y le quité la espada de un tirón.
            - ¿Por qué me la quitas? Preguntó mi hija.
            - No pienso permitir que tengas que usar una de estas. Le contesté sin dejar de mirar a la japonesa. Ella tenía otra espada de madera y por su pose parecía que era una maestra en el uso de este tipo de armas.
            - Si piensas que por no empuñar un arma ella está protegida, te equivocas. Contestó la espadachín.
            Garidie estaba sentado en el porche bebiendo de un vaso de cristal. Sachén lo acompañaba y al parecer compartían la misma idea de esa chica enfadada. No se veía por ningún lado a Vulcano pero no estaba dispuesto a ceder en mi decisión. Tina debía vivir una vida al margen de todo esto.
            - Tina ¿Por qué no te vas con Sachén? Le dije amablemente a la pequeña. Miré a la japonesa y me puse en guardia. Ella sonrió como si esperaba un combate entre nosotros hacía tiempo. No me asustaba ella no me conocía en el campo de batalla. Nunca me había batido en duelo singular pero no creo que fuera más difícil que luchar en una batalla donde el enemigo te supera en número.
            Ella se lanzó. Sujetaba su espada de madera con ambas manos. Sus movimientos eran rápidos y precisos. Sabía hacer que su espada, aunque de madera sea, le obedezca. Con su primer golpe vertical, hacia mi cabeza, la bloqueé pero ella usaba unos movimientos y una forma de atacar diferente a la que yo estaba acostumbrado. Las espadas de mi época eran pesadas y debías usar más la fuerza que la precisión. Para herir al contrario solo debía conseguir que la espada destroce al adversario. Ella no luchaba de esa forma. Sus ataques bloqueados eran utilizados para crear otros más concisos y rápidos. Su forma de luchar le hacía ágil y letal para sus enemigos. Pronto sentí como la madera de su espada me golpeaba por casi todos lados de mi cuerpo. Consiguió que perdiera de vista la hoja y así golpearme en uno de mis tobillos. Perdía el equilibrio y caí al suelo. Ella me señaló con la punta de su espada y sonrió con esa cara enfurecida. Le di a su espada con la mano y la aparté de mi cara. Me volví a levantar y me puse en guardia de nuevo. Debía aprender como conseguía moverse tan rápido y así poder vencerla. No podía permitir que una cría me ganara.
            Nos miramos fijamente a la espera de que uno de los dos diera el primer paso. Mirándola, me ponía de los nervios al no saber qué es lo siguiente que tenía en mente. Me adelanté y ataqué. El sonido de nuestras espadas de juguete rebotaba en las columnas del patio. La madera vibraba con cada golpe y sentía los golpes en mis manos. Observé que a ella le comenzaban a sangrar las manos por lo violentos ataques pero no parecía detenerla. Una adversaria de admirar. Al ver las gotas de sangre que recorrían, desde la palmas, pasando por sus muñecas y derramarse al suelo al llegar al codo, vi su punto débil. Ella sin espada no era más que una niña enfadada que le dolía las manos así que decidí atacar a sus manos. Era algo irracional. Cuando atacas a un enemigo o adversario se intenta dañar el cuerpo. Así que seguí con mis ataques buscando su espada. Vi como guiñaba los ojos de dolor y entonces era mi oportunidad. Un golpe seco en la madera y ella quedaría indefensa. Escuché como la madera de su espada crujió y se partió por la mitad. Yo paré mi espada justo ante de que dañara aún más. Ella contaba con su técnica de esgrima, pero yo contaba con mi fuerza y astucia de Niveniano.

            - Creo que deberías ir a curarte las manos. Le aconsejé. Ella asintió y se marchó, entrando en la casa. 

1 comentario:

  1. Pobre Tina, con un padre tan burro nunca aprenderá a defenderse como es debido...

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