Cuento para intentar dormir
- Contemplando
la soledad del universo. El astro sol, creó nuestro mundo. Junto a este planeta
nació con él, un niño. Solo por mucho tiempo, entre el fuego y el caos que
habitaba en este neonato planeta. El niño se hizo hombre y como su cuerpo
creció su poder.
Sintiendo soledad y tristeza por no
poder solucionar ese desorden lloró. Sus lágrimas crearon a dieciséis seres.
Cada uno de ellos tenía la capacidad de controlar uno de los elementos. El
viento, el agua, el fuego, el rayo e incluso el amor. Esos seres fueron
nombrados por su creador Itziarios, que en Niveniano significa, creados para
crear.
El creador y los Itziarios jugaron
con sus dones sobre la naturaleza y formaron los continentes, los mares y los
cuatro vientos. Ellos se divertían en los prados y lagos. Disfrutaban de un
mundo que le ofrecía todo lo que ellos deseaban. Entre ellos se pusieron sus
propios nombres. Garidie para el señor de la tierra, Aquo para el dueño de los
mares y Fénix para el creador. Pero la felicidad de aquellos Itziarios se
enturbió de nubes oscuras. Orión que
poseía el don de los cielos nocturnos. Se sentía inferior a los demás. Tejió en su mente
un plan en el que sus hermanos debían ayudarlo. Les mintió envenenando sus
mentes con la idea de que el Fénix solo les utilizaba con el propósito de
formar este mundo y cuando todo esté acabado iban a ser destruidos por la misma
mano que les dio la vida. En sus corazones
albergó la duda y la ira hacia el Fénix. Así que se comprometieron para
destronar a su padre.
Una noche todos ellos se reunieron
en secreto para planear un terrible plan que los haría igual de poderosos que
su creador. Esperaron a que el Fénix durmiera y estos lo rodearon. Lo sujetaron
y contemplaron la pose de su padre arrodillado ante ellos. Fénix los miraba con
el corazón destrozado por la grandiosa traición. El pesar del corazón del
padre, gritaba de dolor y como una estrella que cae del cielo una lágrima surcó
su cara.
Orión que esperaba ese instante como
lluvia en el desierto. Secó con su mano la cara de su creador. Sabía que con esa
lágrima podría lo haría como a Fénix. Se ungió la frente con ella y sintió el
poder. Un poder tan grande que ni su cuerpo de Itziario pudo soportar. Así que
su cuerpo voló hacia el cielo y prisionero quedó. Desde allí mira impotente y
maldito por una lágrima criada desde la traición.
- ¿Y qué pasó con los demás hermanos?
Preguntó Tina intrigada y con los ojos abierto de par en par.
- Los demás fueron castigados por su creador. Encerrándolos
en el plano celestial a la espera de poder enmendar sus errores. Le contesté. –
Pero no creas que Fénix se quedó solo por mucho tiempo. Aprendiendo de su
experiencia, creó los reinos. Los pobló de innumerables criaturas, las cuales
nunca sabrían el rostro de su creador. Así él vagaría de un lugar a otro
observando aquellos que ahora viven para enseñarles el verdadero sentido de
vivir.
DERECHOS RESERVADOS POR EL AUTOR, DAVID PRIETO
Me encanta. Quiero mas cuentos para dormir y más Tina :D
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