martes, 13 de mayo de 2014

Un adelanto del segundo libro

Cuento para intentar dormir

- Contemplando la soledad del universo. El astro sol, creó nuestro mundo. Junto a este planeta nació con él, un niño. Solo por mucho tiempo, entre el fuego y el caos que habitaba en este neonato planeta. El niño se hizo hombre y como su cuerpo creció su poder.
            Sintiendo soledad y tristeza por no poder solucionar ese desorden lloró. Sus lágrimas crearon a dieciséis seres. Cada uno de ellos tenía la capacidad de controlar uno de los elementos. El viento, el agua, el fuego, el rayo e incluso el amor. Esos seres fueron nombrados por su creador Itziarios, que en Niveniano significa, creados para crear.
            El creador y los Itziarios jugaron con sus dones sobre la naturaleza y formaron los continentes, los mares y los cuatro vientos. Ellos se divertían en los prados y lagos. Disfrutaban de un mundo que le ofrecía todo lo que ellos deseaban. Entre ellos se pusieron sus propios nombres. Garidie para el señor de la tierra, Aquo para el dueño de los mares y Fénix para el creador. Pero la felicidad de aquellos Itziarios se enturbió de nubes oscuras. Orión que poseía el don de los cielos nocturnos. Se  sentía inferior a los demás. Tejió en su mente un plan en el que sus hermanos debían ayudarlo. Les mintió envenenando sus mentes con la idea de que el Fénix solo les utilizaba con el propósito de formar este mundo y cuando todo esté acabado iban a ser destruidos por la misma mano que les dio la vida.  En sus corazones albergó la duda y la ira hacia el Fénix. Así que se comprometieron para destronar a su padre.
            Una noche todos ellos se reunieron en secreto para planear un terrible plan que los haría igual de poderosos que su creador. Esperaron a que el Fénix durmiera y estos lo rodearon. Lo sujetaron y contemplaron la pose de su padre arrodillado ante ellos. Fénix los miraba con el corazón destrozado por la grandiosa traición. El pesar del corazón del padre, gritaba de dolor y como una estrella que cae del cielo una lágrima surcó su cara.
            Orión que esperaba ese instante como lluvia en el desierto. Secó con su mano la cara de su creador. Sabía que con esa lágrima podría lo haría como a Fénix. Se ungió la frente con ella y sintió el poder. Un poder tan grande que ni su cuerpo de Itziario pudo soportar. Así que su cuerpo voló hacia el cielo y prisionero quedó. Desde allí mira impotente y maldito por una lágrima criada desde la traición.
            - ¿Y qué pasó con los demás hermanos? Preguntó Tina intrigada y con los ojos abierto de par en par.              

             - Los demás fueron castigados por su creador. Encerrándolos en el plano celestial a la espera de poder enmendar sus errores. Le contesté. – Pero no creas que Fénix se quedó solo por mucho tiempo. Aprendiendo de su experiencia, creó los reinos. Los pobló de innumerables criaturas, las cuales nunca sabrían el rostro de su creador. Así él vagaría de un lugar a otro observando aquellos que ahora viven para enseñarles el verdadero sentido de vivir.



DERECHOS RESERVADOS POR EL AUTOR, DAVID PRIETO

1 comentario: