viernes, 8 de mayo de 2015

Busco una hostoria



Busco una historia


 


Desorientado y frustrado, son unas de las palabras que definen la mayor parte de mi vida. Un escritor que sueña ganarse la vida con la historia que podría marcar un hito en los lectores de este siglo. Una aspiración que se me quedaba demasiada lejana para pararse a pensar o si quiera imaginar. Por ahora, debía encontrar esa historia.
                Quería escribir ficción. Una novela de esas que te traslada a otro mundo y te hace desear con todas tus fuerzas poder vivir junto al protagonista, pero mi imaginación era pobre. Lo que en realidad se me daba bien era indagar poniendo en peligro mi vida si fuera necesario. Ser un especie de investigador buscando la historia perfecta, pero nunca  la conseguía. Siempre se quedaba en… decepción, por mi parte. Siempre me costaba comenzar y enfrentarme al folio en blanco ¿Falta de inspiración? No lo creía. Siempre tenía la historia junto con su final, pero el comienzo siempre me decepcionaba.  Se perfectamente como funciona este mundo. La editorial y el editor de turno que intentaba leer tu manuscrito para valorar si interesaba sacarlo a la luz. Los primeros capítulos debían ser impactantes, desgarradores y frustrantes con la intención de que enganche al lector y no pueda pensar en otra cosa que leer tu novela.
                Paseo con frecuencia en busca de lo que algunos compañeros del gremio llaman “inspiración”, absurdo.  Como dijo Federico Gracia Lorca “La inspiración no se busca, se trabaja para que no te abandone”.  Le era fácil decir tal cosa, nadie le iba a discutir a uno de los grandes, que la inspiración no es una amante que debes cortejar con frecuencia para que no te abandone dejándote sin nada. Por ello, paseo. Recorro las calles observando a la gente. Miro sus caras estresadas para llevar su vida a un estatus mejor o al menos mantenerlo. Odio sus vidas. Necesito una copa.
                El “Gloria” es el bar que frecuento para ahogar mi mal humor. Es uno de los antros más oscuros y más antiguos de la ciudad. Se llamaba de esta forma por la fundadora de los años veinte, ahora lo llevaba Sonia una chica con la misma experiencia en poner una copa que un perro tocando la flauta. Sus habilidades eran equiparables a su maltrato a los clientes.
                - Anís para el frío.
                - No son las doce, ¿Sabes que eso signo de alcoholismo?- Se burló a la vez que me insultaba.
                - ¿Qué más te da? Mientras te pague, lléname un vaso.- Sonia se me quedó mirando con sus ojos azules y tras suspirar llenó un vaso de chupito con wiski. – He pedido Anís.
                - Creo que necesitas el Wiski más que el Anís.- Siempre hacía lo mismo. Creía ser una especie de vidente con sus clientes. Se orgullecía diciendo que ella sabía mejor que nadie lo que necesitaban. Una gilipollez como una casa. Me lo bebí sin más.- ¿Qué te pasa hoy? Quizás te pueda ayudar.
                - Necesito algo que tú no me puedes dar.- me miró extrañamente y me dejó solo. Cogió el periódico y comenzó a leerlo. No me hablaba y necesitaba, más que el Wiski, que las palabras salieran de mi boca aunque fueran insultos. El ser humano es un ser sociable aunque sea un lobo devorador de lobos.
                Me autorrellené el vaso de wiski. La botella estaba a mi lado y no quería llamarle la atención a Sonia. Parecía tener peor humor que yo. Entonces fue cuando lo vi. Un artículo en el periódico que leía la camarera. Se trataba de un caso sin resorber que cumplía diez años desde que sucedió. La policía era incapaz de saber quién fue el culpable. El asesinato de un hombre en la plaza de la catedral. Había leído algo sobre eso en su día. Aquel asesinato tenía tantos cabos sueltos que nadie supo cómo indagar. Tres hipótesis volaban siempre entre el asesinado y el verdugo.
La primera era que el aquel hombre tenía problemas con la bebida y se calló al suelo muriendo en el acto. Pero no me encajaba tal cosa. Aquel hombre se encontraba desnudo, con su ropa doblada y dentro de un círculo, perfectamente dibujado, de excrementos de paloma.  Por ello nos llevaba a la segunda hipótesis.  Un juego de rol que se fue de las manos. No me llamaba la atención tal cosa. Estaba seguro que fue esa idea fue infundada por el pánico de la ignorancia sobre tales juegos. Pero la tercera hipótesis podría ser una buena baza para comenzar mi historia. Aquella muerte fue comparada con la muerte del famoso libro de Dam Brow y especialistas en sociedades secretas culparon sin ningún pudor a “La Hermandad Del Gorrión”.  Era la historia perfecta y ahora que todo el rastro estaba frío como un tempano. Era el momento de demostrar mis dotes de investigación. Debía encontrar el asesino y crear la historia del momento o al menos mostrar al mundo que es lo sucedió ese  13 de Julio de 2006 en la ciudad de Jaén.

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